Una escuela centrada en los jóvenes

La escuela jesusina busca conocer las necesidades de los jóvenes y organizarse para responder con eficacia y calidad, por ende lo anterior tiene repercusiones en los diversos miembros de la comunidad escolar: padres, maestros y gestores, quienes respetando sus responsabilidades de su función, todos están al servicio de los jóvenes. Ésta es una prioridad irrenunciable, que supone estas implicaciones:
Nuestra Escuela es un lugar donde se acoje realmente a las personas. En primer lugar, a los jóvenes, sin discriminar a nadie. Una escuela para todos. Pero esta acogida debe ampliarse a los adultos que forman la comunidad escolar, en particular, a los padres y a los maestros.
Que los centros sean lugares donde se acoja realmente a las personas. En primer lugar, a los jóvenes, sin discriminar a nadie. Una escuela para todos. Pero esta acogida debe ampliarse a los adultos que forman la comunidad escolar, en particular, a los padres y a los maestros.
Que no excluya a nadie: haciendo que la organización sea flexible y que la formación que se ofrece y los métodos empleados sean los adecuados para:
Integrar a todas las personas en la comunidad escolar.
Invitar a cada uno a participar en el proyecto educativo del centro.
Asociar concretamente a todos los participantes en la marcha del centro.
Evitar los riesgos que acarrea la marginación, la exclusión.
Que promueva a las personas, adultos y jóvenes, valorándolas, aceptándolas, ayudándolas y acompañándolas en su evolución personal:
Empleando relaciones fraternas con ellos.
Aquilatando las posibilidades personales de cada uno de ellos, y, sobre todo, posibilitándoles el acceso a una formación enriquecedora y valiosa que acreciente su competencia y su calificación profesional.